Esta fecha puede parecer algo triste, porque solemos vivir las experiencias de muerte como algo dramático. La desaparición de personas a las que amamos.
Quiero que sepas que no todas las comunidades la viven de igual forma. Para los orientales, por ejemplo, la muerte es el tránsito a otra dimensión, que nos devuelve a la Tierra en una nueva encarnación. El cuerpo y nuestra materia desaparecen, pero no el espíritu o la consciencia.
La muerte es parte del ciclo natural de la vida. Y nada escapa a ella. Las estaciones del año, los animales, las plantas, el día y la noche... se encuentran bajo este constante ritmo vital. Y es que la muerte no es otra cosa que un cambio de estado o transformación.
Pasa que cuando algún ser querido muere nos sentimos tan apenados por su partida que no nos damos cuenta que lo que nos ha abandonado, en todo caso, es su cuerpo físico. Esa persona no desaparece de nuestras vidas, sólo pasa a otro plano que no se puede percibir con los ojos. Ya no podremos compartir las cosas que antes compartíamos: un mate, una salida, una comida... Pero siguen siendo parte de nuestra familia. Ese vínculo no desaparece, así lo entienden los primeros habitantes americanos y su tradición sigue viva en sus descendientes.
Por eso esta fecha se celebra en todo el mundo de diferentes formas de a cuerdo a la religión o las tradiciones de los pueblos.
Seguro viste la película ¨Coco¨, y si no te la recomiendo. Ahí se ven las creencias del pueblo mexicano respecto de la muerte, los muertos y la familia. La familia sigue viva mientras la recuerdes y veneres. No importa si cometieron errores o no fueron del todo buenos. Nosotros tenemos todo ese aprendizaje para mejorar en su honor.
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